Una enfermedad llamada doctor
Tratamiento actual de COVID III.
Dr. Ignacio Espinosa. Médico Internista.
Seguimos comentando el contenido del enlace previo respecto al tratamiento de COVID, llamando la atención sobre muchos medicamentos que se prescriben irracionalmente debido a un mundo de información tendenciosa y desorganizada, que aumenta la incertidumbre presente en médicos, enfermos y la sociedad en general, desencadenando abuso y excesos nocivos para los enfermos.
Lopinavir y ritonavir, por ejemplo, inhiben las proteasas de los virus. Son dos medicamentos que se utilizan para el tratamiento de SIDA y suponiendo que si esos medicamentos son efectivos para el virus del SIDA, podrían funcionar en SARS COV-2. No obstante, en un estudio comparado con grupo control, se comprobó que pacientes con COVID tratados con estos antivirales, tenían igual mortalidad al grupo que no se les prescribía el medicamento, por lo que no es recomendable su prescripción en COVID, tomando en cuenta los 7-8 mil pesos del costo.
Oseltamivir, es otro antiviral con relativa eficacia para inhibir al virus de la influenza, cuyos síntomas son muy semejantes a los de COVID, aunque debemos recordar que la influenza es estacional y la temporada es de noviembre a febrero y ya vimos que el primer caso reconocido de COVID en nuestro país fue precisamente del 27 de febrero 2020 a la fecha. Este antiviral solo se debe utilizar ante la sospecha, durante la temporada del virus de la influenza, pero no esta comprobada su eficacia en COVID.
Tocilizumab es un anticuerpo monoclonal que inhibe la interlecucina, y con ello bloquea los efectos nocivos inflamatorios provocado por bacterias o virus. cuesta 10 mil pesos por dosis, siendo necesarias cuando menos tres dosis. Desde junio 2020, se publicó un estudio que sugería que el tocilizumab, podría ser efectivo, pero en julio del mismo año, el laboratorio Roche que produce y comercializa el producto, reconoció públicamente que su fármaco no cumplía los requisitos para afirmar que disminuía la mortalidad, por lo que no se recomienda su prescripción.
Finaliza el video con la conclusión siguiente:
a-Hasta el momento no existe ningún tratamiento profiláctico o preventivo con evidencia demostrada para COVID 19, por lo que cualquier intervención en este sentido se deberá llevar a cabo bajo un protocolo de investigación.
b-Para el caso de pacientes ambulatorios, no se recomienda prescribir tratamiento alguno excepto paracetamol sintomático.
c-Se debe vigilar el control de diabetes e hipertensión.
d-No se recomienda el uso de los siguientes medicamentos: Arbidol (antiviral) oseltamivir (antiviral), ivermectina (antiparasitario), azitromicina (antibiótico), nitazoxamida (parásitos), colchicina (gota artrítica por ácido úrico), antioxidantes, nano moléculas de cítricos, dióxido de cloro ni inmunoglobulina intravenosa ni interferones.
No usar el argumento “es peor a no dar nada”. “a mi comadre le funcionó” “si no me hace bien, tampoco me hace daño”.
Y como muestra de este último argumento: hace un mes se presentó uno de mis escasos pacientes con antecedentes de colitis nerviosa que se caracteriza por periodos alternados de “falsa diarrea” y con estreñimiento.
La falsa diarrea se caracteriza por evacuaciones frecuentes: cuatro, cinco o mas en 24 horas; escasas, con moco, sin sangre y sin dolor ni náusea, vómito o fiebre. En realidad se trata de un aumento de la motilidad intestinal por estados o crisis de ansiedad, es el llamado síndrome de intestino irritable, causa muy frecuente de consulta en el 90% de los casos de gastroenterología.
En fase de falsa diarrea de la colitis, con unas 6 evacuaciones, le diagnosticaron COVID, sin fiebre ni datos respiratorios, le recetaron dexametasona y prednisona, azitromicina, aspirina, entre otros medicamentos de los mencionados previamente. Cuatro semanas después las evacuaciones aumentaron progresivamente hasta unas 10 a 20 diarias, escasas con moco, sin sangre y sin dolor, manifestó crisis de ansiedad generalizada con palpitaciones cardiacas, miedos infundados, insomnio, mareo, decaimiento generalizado que se atribuyó a “secuelas de COVID”. Prescribieron sedantes complementos nutritivos, antibióticos, (ensure) vitaminas. Sin respuesta.
Acudió solicitando mis servicios con la falsa diarrea de hasta 20 evacuaciones al día, sin dolor y escasas sin repercusión en la hidratación ni en la nutrición general. Solicita prueba de amiba en fresco, salió negativa.
La diarrea era de origen nervioso empeorada por las alteraciones emocionales que provocan las altas dosis de prednisona y dexametasona que recibió, lo que empeoró su estados de ansiedad y depresión en el que estaba hundido con los sedantes. Gastó varios pesos en el “tratamiento de COVID” y todavía debía algunos pagarés. No tenía trabajo y tiene tres hijos escolares. Ya rumiaba que la vida no vale la pena vivirla, lo que puede conducir a vislumbrar el suicidio “porque no mejoraba de su enfermedad”.
La diarrea se controló con dos medicamentos a dosis mínimas: un antidepresivo cuyo efecto colateral es provocar estreñimiento, combinado con loperamida que disminuye los movimientos intestinales.
No obstante lo anterior ¿Por qué se continúan prescribiendo estos medicamentos? Bien decía Edmund Burke, filósofo y escritor político Inglés: lo único necesario para que triunfe el mal, es que los hombres buenos no hagan nada.
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