jueves, marzo 28, 2024
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Una enfermedad llamada doctor

Dr. Ignacio Espinosa Médico Internista. Tels: 78282 263 52 y 782 888 0056.

Entrevista a Kiskesabe II.

En general la enseñanza en medicina, se enfoca a que el médico debe aprender a curar eliminando el dolor y el sufrimiento físico de personas enfermas prescribiendo medicamentos o recurriendo a acciones quirúrgicas, habiendo establecido un diagnóstico con el interrogatorio, exploración clínica y estudios de laboratorio según cada problema. No obstante, ser médico es mucho más que lo mencionado. Ser médico también es informar y orientar para trasformar tanto el entorno de un enfermo, así como su visión y significado de la enfermedad con el fin de armonizar nuestra relación con la naturaleza y con ello mejorar no tanto la cantidad, sino la calidad de vida de la persona enferma, de su familia y de la sociedad. Para cumplir lo anterior, se necesitan otras acciones en el ámbito económico, político y en el periodismo cuya función esencial es informar, entretener y formar para trasformar, con veracidad, objetividad e imparcialidad.

Ni duda: ¡Ardua responsabilidad social para médicos y periodistas!

Continuamos con la entrevista:

P= Durante el último año, durante esta pandemia, ¿han aumentado sus consultas? Concretamente con referencia a casos de COVID.

R=En realidad, personalmente no me ha aumentado la consulta en general, la cual es variable. No me falta ni me sobran consultas. Y en cuanto al COVID, en realidad tampoco, porque si bien es cierto que mi especialidad de Medicina Interna me permite atender todas las enfermedades de los adultos, incluyendo las vías respiratorias, también es cierto que desde el inicio de este brote, se recomendó  la SANA DISTANCIA ante los síntomas de fiebre, tos y otros síntomas respiratorios, lo que significa quedarse en casa, buscar asesoría médica para vigilancia a distancia y recurrir a hospitales diseñados para ATENCIÓN DE COVID si el cuadro clínico empeora hacia la insuficiencia respiratoria, con posible necesidad de oxigenación artificial. En este contexto, si he tenido necesidad de apoyar, orientar, asesorar y atender a varias decenas de pacientes sospechosos de COVID, en sus domicilios, siempre y cuando ellos así lo hayan aceptado y los he tratado como recomiendan las autoridades sanitarias al respecto y con mi propia experiencia: tratamiento sintomático como cualquier infección respiratoria, vigilando la temperatura y los síntomas respiratorios con ESPECIAL OBSERVACION de la frecuencia respiratoria por minuto, dato ESENCIAL para evaluar la oxigenación (más confiable que la oximetría) casi siempre con apoyo además, de algún antibiótico.

La mayoría de estos casos observados se resolvieron satisfactoriamente, no porque yo sea una maravilla de médico, sino porque más del 90% de los casos de COVID se resuelven como cualquier catarro común: con médico, sin medico y a pesar del médico; tal como se reporta por las autoridades sanitarias. A no más de unos seis enfermos graves con más de 35 respiraciones por minuto en forma constante y aun en reposo, lo menos frecuente, sugerí acudir a un hospital COVID para oxigenación, pero los intubaron y cinco murieron. El que se salvó, fue uno que estuve asesorando durante su estancia en hospital COVID, le propuse que solo aceptara oxigenación, pero sin intubación y sin medicamentos derivados de la cortisona, lo estuve monitoreando por video llamada y cuando decidieron intubarlo le propuse que no aceptara porque sus respiraciones se aceleraban a más de 35 por minuto con esfuerzo, pero se calmaban con oxígeno y reposo retornando a lo normal, 20 por minuto. Decidió seguir mi sugerencia, lo seguí monitoreando en su domicilio sin intubación y sin recibir derivados de la cortisona (dexametasona). Se salvó; esto fue en agosto del 2020.  A los 15 días de recuperación se reintegró a su trabajo y nunca se quejó de las llamadas secuelas que atribuyen a COVID. Por cierto, las llamadas secuelas las he observado casi en todos los pacientes que han sido sometidos a tratamiento con dexametasona con o sin intubación (los pocos que se han salvado). He observado que los pacientes que han tenido COVID pero no han recibido derivados de la cortisona (dexametasona, prednisona, betametasona) no tienen “secuelas”.

            Lo que si es cierto es que en los hospitales, sí aumentaron los casos de problemas de vías respiratorias sugestivos de COVID. También se sabe que de cada 100 casos de personas con síntomas respiratorios, un 50% corresponderían a catarros comunes estacionales y el otro 50% a COVID. No obstante ante la infodemia, o sea, a la propaganda exagerada que se ha dado en los medios de comunicación, de alguna forma ha provocado pánico tanto en la sociedad como en el gremio médico y muchos casos de catarros comunes, se empezaron a etiquetar como COVID. Incluso, cientos de casos sin sintomatología respiratoria y aún sin fiebre, se les etiquetaba y pasaban (pasan) a las estadísticas como COVID. Esto me consta, pues muchas personas con síntomas psicosomáticos que aumentaron de la mano de COVID: migrañas, colitis nerviosa, mareos, náuseas, decaimiento generalizado, trastornos del sueño o del apetito, prurito o ronchas en la piel por ansiedad, quienes padecían o padecen de estos síntomas, temen que sea COVID, fácilmente, los médicos a quienes consultan “se dejan llevar” y les diagnostican COVID, les recetan dexametasona uno de cuyos efectos es aumentar o provocar precisamente  trastornos emocionales serios, con crisis de pánico, ansiedad, insomnio e incluso he visto hasta cuadros de psicosis y diabetes provocados por el abuso de la dexametasona.

            En concreto: el COVID existe, es una nueva cepa más agresiva que las ya existentes. Pero no es el único factor en el aumento de la mortalidad puesto que ha predominado en personas de edad avanzada, con enfermedades crónicas como la diabetes y en tratamiento para hipertensión arterial. Continuará…

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Blog: www.kiskesabe.com

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