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Poza Rica, una mirada atrás

Una Hoja de Calendario Histórica

¿Nos Vamos?; ¡Nos Vamos!; A Punto de Irnos y Nos Fuimos

Por Ing. José Luis Rodríguez Badillo

La hoja del calendario en la oficina de la Superintendencia de La Huasteca Petroleum Company en Ébano, San Luis Potosí, cuyo titular era el Ing. Geólogo Jorge Ordóñez Cortez, que era una de las tres oficinas más importantes hasta el día 18 de marzo de 1938, junto a la de Mata Redonda en donde estaba Mr. L. Anderson como Superentender y William Green en Cerro Azul. Quienes vivieron la angustia de aquel momento de gran trascendencia para México. Aquel folio del anuario en 1938 terminó agónicamente sobre el escritorio diciendo ¡Gone!, como evidencia de la presunción de la partida y del adiós definitivo de esta compañía en nuestro país.     

Cuando finalizaba el año de 1899, el buscador de yacimientos petroleros, Edward Laurence Doheny, llegó a la Región de La Huasteca Potosina acompañado del geólogo Charles A. Canfield para examinar las chapopoteras de la zona petrolera cercana a las vías del tren que iba de Tampico a Monterrey. Al pasar varios días de exploraciones, al fin localizaron una fuente de aceite que los entusiasmó para adquirir el inmenso terreno de 113 hectáreas de la Hacienda El Tulillo, en el municipio de Ébano, SLP. Doheny semanas después contrató al Geólogo Mexican Ezequiel Ordóñez, quien se unió a la Compañía Petrolera Mexicana de California, que en mayo de 1901 inició la perforación el pozo Doheny Uno, siendo así como se levantó la primera torre de perforación en México.

Los acontecimientos del pasado obligaron al gobierno mexicano a modificar la ley en los asuntos relacionados con el petróleo y dio a luz a la nueva ley del petróleo del 24 de diciembre 1901, cediendo con ello facultades para otorgar anuencias en la actividad de exploración y explotación del territorio en el país y altamar. Doheny continuó sus labores y en abril de 1904 brotó el pozo de petróleo denominado La Pez 1, que comenzó a producir 1.500 barriles por día. Para el año de 1907 ya se había creado la Huasteca Petroleum Company, que se convertiría con los años en la empresa petrolera más importante de México.

La enorme producción y el crecimiento de la Huasteca Petroleum Company trajo como consecuencia, el nacimiento de la industria en Mata Redonda, Veracruz, una llanura costera que da al mar y al Norte colinda con el río Panuco, que es el límite entre los estados de Tamaulipas y Veracruz. Lugar en donde se desarrolló el área más grande con instalaciones petroleras, embarcaciones, refinerías, muelles con diques de carga a buques-tanque y gran cantidad de tanques de almacenamiento, a donde llegaban los oleoductos de campos petroleros del Sur, además de la zona de viviendas, almacenes, oficinas y talleres.    

El 10 de febrero de 1916 brotó el pozo Cerro Azul número 4 y con ello también el campo del mismo nombre, que instaló una refinería, el tren de vía angosta con 47 kilómetros que iba de Cerro Azul a San Gerónimo, una estación de bombeo y el oleoducto a Tepetate, junto a Juan Casiano, que de ahí salía a Mata Redonda, llevando millones de barriles de aceite que producía a diario La Huasteca Petroleum Company en aquel campo petrolero.  

En contraparte, los miles de trabajadores de la gran cantidad de compañías en el primer auge petrolero en aquella rica campiña, eran explotados con bajos salarios, maltrato, sin equipo de seguridad ni derecho a la atención médica, si un obrero o empleado era suspendido médicamente, no se cobraba el importe de los días de su incapacidad, la jornada de trabajo era de doce horas, pero lo más impactante era que no tenían la mínima representatividad sindical, y las escasas leyes sobre el trabajo eran ley muerta ante la actitud voraz de los magnates.  

Después de una lucha disímil, cruenta y de matones al servicio de las compañías, nació en 1913 la “Unión de Petroleros Mexicanos” en la Zona Norte de Veracruz, organizada clandestinamente por obreros de la Compañía El Águila, la que fue fuertemente reprimida. En 1918 se fundó la Unión de Obreros de Minatitlán que logró un demostrativo beneficio laboral en aquel tiempo, al estallar una huelga en contra de la Compañía El Águila, para logra un aumento salarial del 20%, que generó una ganancia de un peso con cincuenta centavos, a uno con ochenta, pero el 17 de julio del mismo año se firmó al ceder la compañía el primer arreglo, que por ende el sindicato consiguió tener autoridad.

En la gestión gubernamental del Presidente Abelardo Rodríguez Luján, conocido como Abelardo L. Rodríguez, decretó que el trabajador de cualquier compañía al tener seis meses de antigüedad automáticamente se considera de base o planta, lo que trajo certeza al trabajador. Mientras la cuestión laboral se intrincaba en el ánimo de los dueños petroleros, la explotación se agrandaba cada día más con nuevos pozos de producción singular y de clasificación mundial. Esto no detenía la gran efervescencia laboral, que ya habían logrado varios sindicatos de cada una de las compañías en todo el país.       

Con verdadera vocación gremial y en busca de sus derechos laborales delegados de veinte campos petroleros fueron representados el 15 de agosto de 1935 en la primera reunión en la capital del país, al Primer Gran Congreso de Organizaciones Sindicales Petroleras. Fueron guiados por dos valientes líderes del Sindicato Único de Obreros y Empleados de la Huasteca Petroleum Company, Moisés de la Torre y Eduardo Soto Innes, Congreso terminante en el que convinieron crear el primer Comité Ejecutivo General del STPRM, además de investir como Secretario General a Soto Innes. Las secciones participantes fueron: Las Choapas, Tampico, Minatitlán, Distrito Federal, Cerro Azul, Ébano, Mata Redonda, Zacamixtle, Agua Dulce, Álamo, Pánuco, La Barra Norte de Tuxpan, Potrero del Llano y Naranjos. Poza Rica el 12 de febrero de 1937 pasó a ser la Sección 30 del gremio.

Con esta gran organización los petroleros mexicanos escribirían páginas gloriosas. En 1936 fueron parte del Comité Nacional de Densa Proletaria, al lado de otros Sindicatos, entre otros los ferrocarrileros, electricistas, mineros y otras importantes agrupaciones obreros. En 1938, con el fervor de la movilización de los mexicanos, los petroleros fortalecieron la expropiación de la industria petrolera de México, con ello forjaron el derecho de la Nación sobre los hidrocarburos gaseosos, líquidos y sólidos, que indica el artículo 27 de la Constitución Mexicana.

La movilización laboral y la animadversión a las compañías petroleras prohijó el ánimo de pedir por el lado laboral la expropiación. La resistencia de las compañías de no acatar la ley y la constitución, proclinó la idea del General Lázaro Cárdenas de llevar a cabo la expropiación de la industria petrolera, la que estaba ya decidida por el Presidente de la República el 18 de marzo de 1938, al negarse Cárdenas del Río a retomar el diálogo que les solicitaron los magnates, el que ellos mismos habían roto. 

El 18 de marzo fue un día muy angustiado, tenso y muy largo para los obreros de la industria petrolera, de igual forma para los Superintendentes de los campos en las campiñas donde se explotaban y procesaban los hidrocarburos, el caso muy particular fue en Ébano San Luis Potosí, en donde administraba a la Huasteca Petroleum Company desde 1927 el joven ingeniero geólogo Jorge Ordóñez Cortez, hijo de Ezequiel Ordóñez Aguilar.

En aquella mañana del viernes 18 de marzo, Jorge Ordóñez en su investidura de principal jefe de la Huasteca Petroleum Company en Ébano, concentró a todo su personal de confianza en su oficina, en espera de instrucciones de Mata Redonda, donde estaba la colonia donde vivían los funcionarios más importantes de esta compañía, y la red telefónica que llegaba de Tampico. Ese día, los dueños de las 17 compañías que estaban operando en el país tenían la esperanza de poder hablar con el Presidente de México, General Lázaro Cárdenas del Río de última hora, con la intención de manifestarle la decisión de aceptar el laudo que había emitido la dependencia laboral en favor de los trabajadores, espera que pronto impacientó a Jorge Ordóñez, quien jugaba con el calendario de pared, del que había desprendido la hoja con la inolvidable fecha del día que estaban viviendo.

Como a las dos de la tarde, Jorge Ordóñez escribe una interrogante en inglés en la hoja del calendario que había desprendido momentos antes de aquel 18 de marzo, que vivió con zozobra en su oficina y desesperanza, ¿Going?, lo que en español es “¿Nos vamos?”, la espera continuó bajo prolongados ratos de silencio y muy pensativos durante otro buen tiempo, el que transcurría apremiante sin signos de las buenas noticias que esperaban para ellos, y de pronto vuelve a poner otra anotación, pero esta como una admiración ¡Going! Que dice en traducción “¡Nos vamos!”, ya en transe para aceptar algo inminente.      

Dentro de aquella lujosa oficina, en donde era muy difícil que un obrero tuviera acceso, y en donde la vanidad tenía festines cotidianamente, pero que en ese momento no lo parecía, el silencio ya era sepulcral y la autoestima severamente disminuida en los extranjeros, que no daban crédito ni entendían nada, ya más tarde Jorge Ordóñez tomó nuevamente su lápiz y hace otra anotación inspirada por su pésimo ánimo y de mal presentimiento hace otra acotación, esta ya casi de despedida: “¡About to go!”, ¡A punto de irnos!

Esta situación en Ébano, San Luis Potosí, era muy afín en los campos petroleros del estado de Veracruz, en Poza Rica, en la antigua casona de madera que fue el recinto sindical, el radio de bulbos estaba caliente por estar encendido por todo el día en espera de la ansiada

declaración de Lázaro Cárdenas de la Expropiación Petrolera de México, algo similar sucedía en el billar de Juan López Lima en lo que es la esquina la avenida Independencia y Las vías en El Kilómetro 52, en donde existe atinadamente una placa de agradecimiento del gremio petrolero, en agradecimiento por consentir que en su negocio se reunieran para conspirar a favor de la lucha obrera y de la Expropiación de la Industria Petrolera. 

Con su vista insistente en el teléfono, hoy nostálgicos a nuestra vista, aquellos que tenían el auricular con un cordón y la bocina fija al péndulo, Jorge Ordoñez tenía ya una manifiesta cara de derrota, faltaban pocos minutos para ser las cuatro de la tarde cuando el teléfono sonó y escuchó atentamente instrucción precisas que le dio Mr. L. Anderson, Gerente de La Huasteca Petroleum Company en el Campo Petrolero de Mata Redonda, colgó el receptor de la noticia y gesticulando les dijo, todo acabó, solo anotó sarcásticamente sobre la hoy histórica hoja del calendario, 4:00 P. M. ¡Gone!… Nos fuimos, ¡Y si, para siempre!.

1.- La Histórica hoja del calendario del aquel viernes 18 de marzo de 1938.

2.- Zona Industrial del Campo Petrolero de Ébano.

3.- Gigantesca Industria petrolera en Mata Redonda, Veracruz.

4.- Recinto sindical de Poza Rica, lugar de hazañas y gestas laborales en los años 30s.


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