Los vecinos de la Francisco I Madero han aprendido a convivir con el olor a hidrocarburo que brota de las chapopoteras, presuntamente naturales, que afectan la zona. Cuando llueve el problema se agrava pues imposibilita muchas veces el tránsito peatonal de las calles que no están pavimentadas.
En diciembre de 2011, en esa misma colonia hubo una explosión de un ducto de Pemex que se sintió en dos estruendos imborrables en la memoria de los colonos, tanto, que recuerdan con detalle qué estaban haciendo ese día.
“Vivimos en una bomba de tiempo”, dice doña María, vecina de la calle 5 de mayo. A pesar de que Pemex dice que son fluidos naturales de la tierra, el problema no deja de ser un foco de contaminación e incluso una situación que afecta a la salud y seguridad de los colonos.