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Pertinencia de un currículo escolar flexible para la educación básica

Enrique Fernández Ramírez

Siempre ha existido una preocupación por los fines de la educación en México. Desde la creación de la Secretaría de Educación Pública ha habido un debate por el tipo de educación que ha de brindarse a todos los mexicanos.

En el Marco Curricular del Plan de Estudios 2022 de la Educación Básica, se presenta un análisis de esta problemática educativa. En él se menciona que en las reformas educativas que se han aplicado en los últimos treinta años, a pesar de considerarse modernas e incluyentes, ha prevalecido el referente del programa surgido en el periodo posrevolucionario.

Estas reformas, como todos sabemos, no han tenido los resultados positivos que se esperaban. Por el contrario, han reproducido la desigualdad, el racismo y el clasismo, que a su vez provocan otros grandes problemas como son: el abandono escolar, la repetición y el bajo rendimiento académico.

Ante estos malos resultados, la estrategia para solucionarlos ha consistido en aumentar la cantidad de contenidos del currículo en cada reforma, sin tomar en cuenta su pertinencia y relevancia, presentándolos en documentos con discursos políticamente correctos, pero que tienen muy poco que ver con la realidad de nuestro país.

Es importante considerar que México es un país diverso y multicultural, que requiere transitar hacia la interculturalidad. Fue el primer país de América Latina que dirigió su mirada hacia los pueblos indígenas para implementar políticas de Estado hacia ellos.

Sin embargo,  el enfoque que se adoptó al principio, fue el de transformar radicalmente la condición cultural, social, espiritual y económica de los indígenas e incorporarlos a la figura del mestizo. La política educativa consistía en incorporar a los indígenas a la cultura que se consideraba como nacional, mediante procesos de castellanización, en detrimento de la preservación de las lenguas originarias.

El mestizo, como sujeto ideal desde el punto de vista lingüístico, social, económico educativo y cultural, ha sido el referente civilizatorio y cultural del currículo de la educación básica hasta nuestros días. Con ello se han dejado de lado los temas de reflexión o contenidos de la diversidad étnica y cultural del país, incluyendo las diferencias de género, sexual y de capacidad incluidas en esta diversidad.

En el Marco Curricular se señala que “Durante décadas se ha formado sistemáticamente a niñas, niños, adolescentes y adultos, de comunidades rurales y campesinas identificados parcialmente con lo ajeno, marcando con ello la pérdida de su identidad, favoreciendo la organización de una práctica basada en la repetición pura y simple de modelos no integrados en su realidad.”

Las recientes reformas han centrado su atención, no en el proyecto político, social y cultural de la nación, sino en los contenidos básicos. Éstos han sido estructurados algunas veces como competencias básicas, otras como aprendizajes clave, agregando, casi siempre de manera desarticulada, contenidos relacionados con la globalización.

Por recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se ha priorizado el desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes que los estudiantes deben aprender en tres campos específicos: comprensión lectora, matemáticas y habilidades científicas. Dejando fuera otros conocimientos fundamentales.

En los programas de estudio anteriores se han incorporado contenidos sobre la diversidad cultural y la inclusión, sin que ello signifique que se vincule con la realidad, sino sólo como temas a estudiar.

Asimismo, la educación se ha focalizado en una política de evaluación de los aprendizajes, de tal forma que los exámenes se han convertido en los referentes formativos, sustituyendo en la práctica, al Plan y el programa de estudios. Bajo este enfoque, existe una ansiedad desaforada de los docentes por recuperar “evidencias” del aprendizaje que les exigen sus directivos.

En consecuencia, al dar mayor peso a los contenidos que al currículo nacional, se ignora la diversidad cultural y no se abordan contenidos realmente significativos para los estudiantes. Además de que se incurre en una fragmentación del conocimiento.

Hasta hoy, los programas escolares han pecado de sobrecarga de contenidos, que no es posible agotar durante el ciclo escolar, o se abordan de una manera superficial. Esto produce un sentimiento de frustración profesional en los docentes, al no satisfacer sus expectativas con el nivel de desempeño deseado. En tanto que, en los niños provoca un sentimiento de fracaso escolar ante el cúmulo de contenidos que no logran aprender.

Estos inconvenientes y desfases educativos que se presentan como preámbulo en el Marco Curricular, pretenden ser corregidos en el Plan de Estudios 2022 de la Educación Básica. Un currículo que articule lo nacional con lo regional y local. Donde se definan y redefinan los saberes y conocimientos básicos que los niños, niñas y adolescentes necesitan aprender para responder adecuadamente a los requerimientos sociales, culturales y económicos de la sociedad en la que les ha tocado vivir.

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