Autoridades de los Estados Unidos ejecutaron hoy al mexicano Abel Revill Ochoa, luego de que asesinara a cinco miembros de su familia en Dallas, Texas, en 2002, después de que consumiera drogas fuertes.
La ejecución que estuvo a cargo del estado de Texas, fue mediante una inyección letal y se le aplicó en la prisión de Huntsville. Cabe mencionar que los recursos de apelación de la defensa del condenado, originario de Durango, fueron rechazados por el poder judicial local y federal.
La historia
El pasado agosto de 2002, el sujeto asesinó en su vivienda de Dallas, Texas, a su esposa Cecilia, a sus hijas Crystal, Anaya y a una bebé de 9 meses; a su cuñada y a su suegro.
De acuerdo con los investigadores, Ochoa, quien era un drogadicto, se terminó el crac que tenía y actuó, según sus defensores, en un estado de delirio inducido por el mismo narcótico.
Además, el culpable de la masacre indicó que no se acordaba de nada e indicaba que “el diablo” le poseyó. El jurado que lo juzgó en 2003, tardó menos de 10 minutos en deliberar y condenarlo a muerte.
Cabe mencionar que la ejecución en los últimos años de mexicanos en Texas siempre ha dado de qué hablar, ya que en 2004 la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ordenó reconsiderar los casos de 51 ciudadanos de ese país condenados a muerte en EEUU, en una sentencia conocida como “Fallo Avena”. Pero Ochoa quedó fuera de él, al ser su condena posterior al proceso.
Los presos beneficiados por esta medida se les violó, según la CIJ, su derecho, recogido en la Convención de Viena sobre relaciones consulares, a solicitar asistencia legal a su país tras su detención.
El Gobierno de México, expertos de Naciones Unidas en Derechos Humanos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han presionado al estado de Texas para que suspendiera las ejecuciones a los mexicanos, alegando que no tuvieron juicios justos ni se cumplió con ellos el debido proceso.