viernes, marzo 29, 2024
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Los temibles guerreros Jaguar “Ocelopilli”

La guerra fue una de las claves por las que el Imperio Mexica se erigió como el más poderoso de Mesoamérica sometió mediante el poder de sus ejércitos a cientos de pueblos de estados como Veracruz, Oaxaca, Estado de México e incluso Guatemala. Convertirse en guerrero era un honor para los mexicas, cuya misión en la vida era conquistar y expandir fronteras del imperio para un monopolio económico y cultural además de derramar la sangre de sus prisioneros para ofrendarla a Huitzilopochtli. Las campañas militares podían reunir hasta 200 mil soldados en las llamadas Guerras Floridas, en las que los mexicas capturaban prisioneros que eran conducidos hasta lo alto del Templo Mayor en Tenochtitlán. Ahí los sacerdotes llevaban a cabo los sacrificios: arrancaban los corazones de sus víctimas para ofrendarlos. Existían dos cuerpos de combate conformados por los guerreros más valientes y preparados de todos. Su aspecto era imponente: vestían armaduras fabricadas de algodón imitando las pieles de un águila o un jaguar, los animales más temidos y respetados de la región. Sus nombres verdaderos eran ocelopilli (noble jaguar o guerrero jaguar) y cuauhpilli (noble águila, guerreros águila).

A partir de los siete años de edad eran educados en el arte de la guerra e instruidos para ser dueños de un carácter valiente y aguerrido. La elección del águila y el jaguar como emblemas de vestimenta se debe a que eran los principales depredadores del aire y la tierra, una manera de infundir temor en sus rivales y hacerles ver que su poder sería invencible en batalla.

1. Quienes pertenecían

Tanto plebeyos como nobles podían pertenecer a la orden de los cuauhpilli, contrario a los ocelopilli quienes sólo aceptaban a personas de las clases nobles. Gozaban de grandes privilegios en el Imperio: podían tener concubinas, comer carne humana habitualmente, misma que extraían de los prisioneros de guerra, tomar octli (una bebida alcohólica) en público y cenar en el Palacio Real. Ambas castas de guerreros tenían su casa en el Palacio Real de Tenochtitlán, llamada cuauhcalli. Cerca del Templo Mayor de la Ciudad de México fue descubierto un sitio conocido como el Salón de los Caballeros Águila, lugar en el que al parecer los pertenecientes a esta orden realizaban encuentros y ceremonias especiales. Para llegar a ser guerrero jaguar se necesitaba haber concluido de manera satisfactoria los estudios en las calmecac (escuelas de nobles). Con la autorización de las autoridades del calpulli (barrio), los aspirantes a guerreros eran aceptados en las residencias especiales donde vivirían para un adoctrinamiento de cinco años alejados de sus familias.

2. Duro entrenamiento

Además de un duro entrenamiento militar en estas residencias, donde fortalecían su mente y sus cuerpos, eran instruidos en materias superiores como teogonía, matemáticas, astronomía, botánica, lectura e interpretación de códices. Los que no soportaban el ritmo de entrenamiento y estudio se retiraban sin poder volver a intentar formar parte de estas tropas de élite. Finalmente, luego de hacer servicios comunitarios y dar muestras de ser aptos en el manejo de tropas y de armas, los futuros ocelopilli eran iniciados en una ceremonia especial. Después eran enviados a capturar enemigos para probar su capacidad en el campo de batalla. En el frente de batalla, los guerreros jaguar eran enviados en las primeras filas, debido a su fiereza en el combate, mientras que los guerreros águila se encargaban de las labores de explorador, espía y mensajero, aunque también entraban en batalla cuando era necesario. Los escudos de los guerreros águila estaban decorados con plumas y en ellos se hacía patente el estatus del soldado. En la cabeza, los guerreros águila llevaban un casco que simulaba el rostro de este animal. Por su parte, la armadura de los guerreros jaguar estaba fabricada con la piel de este felino, lo cual debió haber sido realmente imponente en los campos de batalla.

3. …

Los guerreros jaguar solían enviarse al frente de la batalla durante las campañas militares, ​ mientras que el guerrero águila era explorador, espía y mensajero. Para alcanzar este estatus, debía capturar doce enemigos vivos en dos campañas consecutivas, es decir, seis en una y los otros seis en la siguiente. En muchas de las obras que nos legó la civilización azteca (códices, estatuas, imágenes) quedaron representados estos guerreros. El motivo de su vestimenta fue debido a la creencia de que el jaguar representa a Tezcatlipoca, dios del cielo nocturno. Los aztecas también llevaban esta vestimenta en la guerra porque creían que las fuerzas del animal se les darían durante las batallas. Equipados con una armadura ligera, Macuahuitl y daga ( tanto los caballeros jaguar como los caballeros águila eran diestros en el manejo de todas las armas además de dominar a la perfección el combate cuerpo a cuerpo) su mayor y más temido poder radicaba en su velocidad para atacar y valentía en batalla; cuentan los relatos obtenidos en el libro “Guerras de Mesoamérica” que un caballero jaguar llegaba a enfrentar a 3 guerreros al mismo tiempo, fueron muy temidos en batalla y en muchas ocasiones fueron decisivos al definir conflictos sin pelear ya que por su simple presencia desmotivaba al enemigo a pelear.

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