La guerra produce cambios genéticos por generaciones
-“Dale oportunidad a la paz”-
CON-CIENCIA
Por: Lic. Gabriel del Ángel.
Las guerras no terminan cuando acaban los bombardeos, sus consecuencias traumáticas se transmiten durante varias generaciones a través de los genes.
Todos recordamos que todavía no hace mucho la humanidad sufrió graves consecuencias por la segunda guerra mundial, consecuencias no solo económicas sino por tantas muertes de civiles inocentes que nada tenían que ver en el conflicto armado, en esa época se vivió un genocidio llamado “holocausto”, que traducido en hebreo se le conoce como “la catástrofe” y en alemán como “la solución final”. Aunque de acuerdo a los datos de la historia la guerra concluyo en el año de 1945 , sin embargo esta absurda guerra (como todas, pues ninguna se justifica) dejo millones de victimas traumatizadas.
Después de un sin número de estudios realizados para conocer las consecuencias que un conflicto bélico puede tener en la salud mental, no solo de los soldados que van a ella , sino también en la población civil que es la más vulnerable, se ha llegado a la conclusión y demostrado que las consecuencias de un conflicto de tal dimensión repercute en varias generaciones, esto es que, los hijos , nietos, bisnietos y probablemente hasta más descendientes de aquellos que vivieron en carne propia un conflicto bélico, tendrán secuelas que aparecerán a lo largo de sus vidas. Esto no solo por el relato verbal que puedan escuchar las futuras generaciones en relación de la experiencia vivida o el comportamiento de los familiares supervivientes a un conflicto armado.
Las guerras también impactan sobre las capas químicas de los cromosomas transmitiendo el dolor a través de la memoria biológica, por lo que varias generaciones descendientes de supervivientes que sufrieron un conflicto armado, estarán más vulnerables al estrés, depresión, miedo, ansiedad, tristeza y venganza.
Un estudio publicado en el año 2016 por la revista Biological Psiquiatra midió el impacto epigenetico de los supervivientes del holocausto y su transmisión intergeneracional. El estudio se basó exactamente en la medición de la citosina dentro del gen que codifica la proteína 5 (FKBP5) observándose un incremento de su metilación (reacción química por la cual una molécula pequeña que se llama grupo metilo se agrega a otras moléculas) relacionada con el cortisol (hormona del estrés).
Un trauma psicofisiológico severo como el que se genera por una guerra tiene efectos intergeneracionales.
Si repasamos la historia, incluyendo la de nuestro propia país y la forma en que se formó nuestra nación, podríamos afirmar que gran parte de nosotros porta en sus genes la guerra, pues particularmente nuestro pueblo tuvo que luchar por una independencia ya que fue conquistado por los españoles, sin olvidar que nuestro país es una mezcla de distintas razas que se mezclaron y dieron origen a esta nación. Estos acontecimientos afectan a la memoria biológica de todos, dejándonos semillas de dolor y también haciéndonos más propensos a la guerra que todos llevamos dentro, aunque se dice que la guerra es el miedo disfrazado de coraje.
Existen suficientes estudios psicológicos y psiquiátricos que demuestran los graves conflictos de personalidad que viven aquellos que fueron participes de una guerra, ya sea que lo hayan hecho activamente como soldados o como civiles sobrevivientes a un conflicto bélico. En particular te comento acerca de los soldados norteamericanos que sobrevivieron a la guerras de Irak y Afganistán, mas allá de las heridas físicas a muchos de ellos la guerra les ha dejado cicatrices “invisibles”; todo tipo de efectos psicológicos y psiquiátricos que les ha ocasionado vivir en un verdadero infierno al tratar de reintegrarse a su vida cotidiana que llevaban antes del conflicto armado, un infierno que se traduce en una serie de daños cerebrales, depresiones, ansiedad,, miedo, adicciones al alcohol y drogas y en el peor de los casos hasta suicidios, pues la adaptación y regreso al patrón de vida que llevaban antes de la guerra ha sido severamente dañado.
En la última década casi se ha duplicado el número de integrantes del ejército norteamericano que se han quitado la vida, es tan grande la “epidemia” (así fue calificada por el Presidente Obama en agosto del 2013) que un año anterior (2012) hubo más suicidios de militares norteamericanos en activo (349) que bajas mortales registradas en Afganistán (295). En el caso de aquellos que ya están fuera de las filas del ejército, las cifras suelen ser mucho peores, pues se calcula que hay unos 8000 suicidios de veteranos al año, lo que equivale a un promedio de 22 suicidios al día. Con estas cifras queda comprobado que una guerra no la gana nadie, en una guerra todos salen perdiendo.
En un estudio llevado a cabo por la Escuela Militar de West Point (USA) concluye que la exposición excesiva a explosivos provoca daños cerebrales que derivan en patologías psicológicas, este estrés postraumático ocasionado por la guerra, trae como consecuencia que cuando el soldado vuelve a casa después de la guerra aparentemente parece 100% normal y sin ningún daño visible, pero al tener afectado el cerebro ira notando cambios emocionales, de comportamiento, adaptación a su vida y a su entorno, desafortunadamente este tipo de daño no cuenta con una fecha de caducidad y los excombatientes así como los civiles deben recibir ayuda psicológica y psiquiátrica.
En un mundo en el que el conflicto bélico que vivimos actualmente entre Rusia contra Ucrania, debemos hacer un esfuerzo mayor por conseguir la paz, existen suficientes datos del daño irreparable y perdurable que ocasiona la guerra.
“Dale una oportunidad a la paz” como lo canto en su momento John Lennon y tomando dicho título de esta emblemática canción el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Antonio Gutierres (así con s), le pidió a Vladimir Putin darle una oportunidad a la paz, lo que también trajo como efecto que más de 150 estaciones de radio de 25 países de Europa tocasen al mismo tiempo la canción del ExBeatle “Dale oportunidad a la paz”.
Si reconocemos que hemos heredado sufrimiento nos hará más humildes y nuestro trato con los demás será más comprensivo y compasivo, pero también nos debe hacer reflexionar sobre la responsabilidad sobre nuestros actos y convivencia en relación con los de nuestra misma especie, concluyendo que la paz mundial empieza con nuestra propia paz interior.
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Con el mejor de mis deseos porque seas feliz, perfectamente saludable y libre de todo sufrimiento.
NAMASTE.

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