«Julfest»
De entre todas las fiestas que estas asociaciones fomentaron para destruir el cristianismo, hubo una que destacó sobremanera: la «Julfest» (una celebración ideada por los nazis en sustitución de la Navidad).
La mayoría de autores coinciden en que sustituyó el recuerdo del nacimiento de Cristo por el del llamado «Niño solar», un personaje mitológico que resurgía de sus cenizas en pleno solsticio de invierno. «En Diciembre se celebraba la festividad del “Julfest”, el día del Sol Invictus, que entre los romanos se celebraba como el natalicio de Mitra. Más de dos mil años después, la antigua festividad germánica, que había sido erradicada por el cristianismo, regresaba desbancando a la Navidad cristiana», explica Fermín Castro en «Los poderes ocultos de Hitler».
Lesta es de la misma opinión. En su obra explica que el día en que se recuerda el nacimiento de Jesús se cambió nada menos que por una jornada en la que se reverenciaba al sol.
«Efectivamente, en el 25 de diciembre se conmemoraba el “día del nacimiento del sol invencible” –el Sol Invictus, que para los romanos representaba el nacimiento de Mithra-, es decir, el día en que este astro, después de ir acortando su presencia desde el solsticio de verano, parecía recobrar nuevamente sus fuerzas tras el periodo agónico del otoño y la muerte invernal», sentencia el experto. En este caso, los miembros de las SS celebraban el comienzo de la primavera recordando a la diosa de la fertilidad que da nombre a esta celebración.
Judith Breuer (una estudiosa de la «Julfest» que llevó a cabo una exposición en Colonia con múltiples objetos de esta festividad) afirmó al diario «Der Spiegel» que, antes de sustituir la navidad por una más aria, los alemanes trataron de «cambiarle la ideología» en los años 30. Sin embargo, al ver que les era imposible, se limitaron a modificarla. «La Navidad fue una provocación para los nazis; después de todo, Jesús era un niño judío. La celebración más importante del año no encajaba con sus creencias racistas, por lo que tuvieron que reaccionar y tratar de hacerla menos cristiana», explicó en su momento.
A nivel más particular, la Nochebuena fue también sustituída po runa fiesta pagana, la «Mondranich» o «festividad de la maternidad». Según desvela Castro en su obra, los nazis le dieron una gran importancia a la misma: «Al día siguiente se entregaban regalos, pero para que éstos fueran realmente valorados, debían ser regalos en los que se había puesto espíritu, es decir, trabajados, y no comprados».
Otro tanto sucedía con la Pascua, cambiada por la «Ostern» pagana. «Era una festividad en la que el protagonismo absoluto era de los niños. Reunidos en pandillas, recogían ramas de árboles y flores con las que tejer coronas», añade el experto.
Curiosas tradiciones
Fueron muchas las tradiciones que se instauraron en la «Julfest». Con todo, entre ellas destacaba el curioso adorno que los nazis decidieron poner encima de los arbolitos de Navidad. ¿Qué podía ser? Efectivamente, una esvástica.
De esta forma, Hitler buscaba acabar con la «molesta» estrella de estas fiestas. «El símbolo planteaba un particular problema para los nazis porque la estrella de seis puntas era un símbolo judío y la de cinco, uno soviético. Simplemente tenía que desaparecer», determina Breuer. Otro tanto ocurrió con Santa Claus, quien fue apartado por el antiguo dios germánico Odín.
A su vez, también se eliminó cualquier asociación con Jesús, símbolo judío y cristiano. Los nazis lo reemplazaron por el mismísmo Hitler. O más bien el «Führer salvador». De esta forma, lograron promover su buena imagen. Con todo, la imagen de María y el pequeño Cristo se modificó ligeramente para que ambos parecieran totalmente arios. En este sentido, se señalaba que la Virgen era la madre de toda Alemania y que los Reyes Magos eran obreros alemanes que acudían a visitar a Hitler.
La parafernalia navideña también cambió radicalmente. En el arbolito se empezaron a colgar adornos imitando la forma de la esvástica o de la Cruz de Hierro. Por descontado, los oficiales persuadieron a las amas de casa para que cocinaran galletas con la forma del símbolo nacionalsocialista. En los días previos a la Navidad, también se ordenaba reemplazar las escuelas y los jardines de infancia por actuaciones y teatros en los que se contara a los niños cuentos de hadas paganos.
Todas estas tradiciones quedaron corroboradas en una curiosa guía encontrada hace dos años en Dresde (Alemania). Libro en cuyo interior se narraban las directrices que debían seguir los seguidores de Hitler para celebrar las perfectas navidades nazis. Este folleto contaba con apenas 20 páginas, estaba fechado en noviembre de 1937 y fue editado por una ramificación sajona del partido nazi llamada «Heimatwerk» (la cual se había formado en el 36 como promotora de la cultura germana).
Lo curioso es que este manuscrito señalaba que esta celebración no era cristiana en absoluto. «Esta fiesta ha sido introducida contra la voluntad de la Iglesia. El profundo misterio de la Navidad alemana sólo puede ser entendido por aquellos que sienten su originalidad y autenticidad», determinaba el escrito.
ABC/CULTURA
nlx