Tetela, Morelos.- Ubicada a más de 360 kilómetros de la ciudad de Poza Rica, la comunidad de San Pedro Tlalmimilulpan es una de las localidades con mayores afectaciones tras el sismo ocurrido el 19 de septiembre. En ese lugar, decenas perdieron sus viviendas por derrumbes, pero casi en su totalidad se encuentra bajo riesgo de desplome. Es una de las poblaciones a donde los apoyos para la reconstrucción aún no ha llegado por parte de las autoridades y, es ahí, hasta donde Editorial Gibb llevó la ayuda humanitaria entregada por los pozarricenses.
La travesía no fue sencilla, pues el equipo integrado por Alejandro, Lázaro y Pedro, así como por Arturo y Yesenia (estos dos últimos, voluntarios de la Facultad de Enfermería), debieron enfrentar la densa lluvia que se registró en todo el trayecto a través de la Sierra Norte de Puebla. Ocho horas después llegaron hasta Atlixco, municipio poblano, donde se entregó una parte de la ayuda.
Besser Mejía, ministro religioso, confirmó el malestar de la población hacia el gobierno de Morelos, donde las autoridades se encuentran acaparando los apoyos enviados desde las diferentes entidades de la república para acopiarlos y distribuirlos posteriormente como propios.
“No se entrega la ayuda a los centros de acopio gubernamentales. La gente sospecha que pretenden utilizarla para promoción del voto en las próximas campañas electorales. Están muy molestos, muy lastimados”, dijo.
Relata que en comunidades como San Francisco se perdieron infinidad de viviendas e inclusive la iglesia católica se desplomó, por lo que las familias viven en casas de campaña improvisadas con lonas.
Se encuentran en la fase de remoción de escombros y el derribe de las estructuras que quedaron dañas. En la mayoría de los casos, solo a la espera de los permisos de Protección Civil para la demolición
gente de campo, “que si sale a trabajar no puede levantar escombros y viceversa, por eso entramos con víveres para que ellos puedan remover los escombros de sus casas”, por lo que requieren ahora de materiales y herramientas.
Reconoce que la situación muy crítica, pero por fortuna existen víveres suficientes para la población, aunque también se dan casos de familias que acaparan la ayuda.
El equipo de voluntarios, enviado por Editorial Gibb para realizar la entrega de la ayuda humanitaria que donó el pueblo de Poza Rica, tuvo que sortear las comunidades por diversos caminos, luego de encontrar que algunos accesos se encontraban cerrados, tal y como había anticipado Besser Mejía, con pretexto de la alerta amarilla decretada por el gobierno tras la actividad del Popocatépetl.
Así llegaron hasta Ocoxaltepec, municipio de Ocuituco, Morelos, donde se encontraban entre otros brigadistas, un grupo de estudiantes de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la UNAM, realizando un censo y revisión de las viviendas afectadas, a fin de elaborar un proyecto de reconstrucción.
Mayra Cuesta Ramírez, alumna de la carrera de Arquitectura, comentó que dicho proyecto será presentado ante las autoridades municipales para que lo lleven a cabo. Confirmó que todas las construcciones de la comunidad tienen fallas estructurales. “En general es porque se trata de casas con muros de adobe, sin cimentación, y la mayoría fueron construidas hace más de 50 años. También pudimos observar que la gente no se está saliendo de sus casas por cuidar sus pertenencias; en el albergue solo una familia.
Ejemplo de ello es la vivienda de la señora Amalia García Espinoza, la cual presenta el desprendimiento de uno de los muros y grietas diversas. “Ese día salimos corriendo; el temblor nos destruyó la casa, cuando regresamos la encontramos así”, comenta con un aire de resignación. Al interior de la construcción, queda un altar y al pie, los restos del estuco desprendidos.
Posteriormente se trasladaron hasta San Pedro Tlalmimilulpan, municipio de Tetela del Volcán. Esta se encuentra a 56 kilómetros del epicentro del sismo ocurrido a inmediaciones de la comunidad Axochiapan el pasado 19 de septiembre.
Al caer la noche, los pobladores estaban reunidos afuera del auditorio de la ayudantía local, esperando algún apoyo. Entre ellos se encontraba Esteban Aragón Sánchez, padre de tres jóvenes y a quien el terremoto lo dejó prácticamente sin casa.
“Se cayó mi casita y la de algunos vecinos más, pero ahí nos echamos la mano uno al otro, para ayudar a las familias, para buscar alguna persona que estuviera bajo los escombros”, comenta mientras sostiene una caja con víveres que le fuera entregada minutos antes.
Los moradores lamentan que la ayuda se esté concentrando en los grandes centros poblacionales y que en comunidades alejadas, como Tlalmimilulpan y en las afueras de estas, sea escaso el apoyo. Saben que se avecinan días aún más difíciles conforme se acerque la temporada invernal, sobre todo para aquellos que perdieron sus viviendas y no tienen otro lugar donde resguardarse.
La ayuda humanitaria seguirá llegando, como se pudo constatar por la presencia de múltiples brigadas de auxilio; sin embargo, la población ha pasado de la etapa de emergencia a la de reconstrucción, para lo cual se requiere del compromiso de las autoridades para que se destinen los recursos necesarios para la construcción de viviendas para las miles de familias afectadas, no solo de Morelos o Puebla, sino también de Oaxaca y Chiapas, afectadas por los sismos del 7 y 19 de septiembre.
