Fue a finales del Siglo XIX, con un México en donde se vivían desigualdades enormes, cuando se hablaba de un Robin Hood mexicano; un hombre que robaba a los ricos para ayudar a los pobres.
Jesús Arriaga, mejor conocido como “Chucho el Roto”, es un personaje que ganó popularidad en la época gracias a los atracos que realizaba, donde las víctimas eran solo personas acaudaladas y parte de sus ganancias las compartía con los más necesitados.
La leyenda dice, según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que “en 1879, un ebanistero de origen humilde, de nombre Jesús Arriaga, que realizaba un trabajo en la casa de un señor acaudalado, se enamoró de la hija de éste, Matilde”.
La celda de “Chucho”.
Al poco tiempo nació una hija de ambos, de nombre Dolores, impedido de ver a su hija, por la decisión de la familia, Jesús Arriaga optó por robársela, iniciando así su vida de ladrón y fugitivo.
Las historias de sus robos y hazañas eran noticia en todos los periódicos. Después de robar una diligencia que transportaba oro y plata, fue capturado y enviado a la famosa cárcel de San Juan de Ulúa, Veracruz.
Aquí fue recluido el famoso bandido.
Antes de cumplir el año se fugó, pero fue nuevamente capturado y enviado a Ulúa, en donde intento una segunda huida sin éxito. Malherido, fue atado de pies y manos y sometido a 300 azotes, mismos que le causaron la muerte.
Así fallecía el 25 de marzo de 1885 Jesús Arriaga, y nacía la leyenda de “Chucho el Roto”.
MÉXICO PRIMERO
