Cáncer benigno de próstata

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Una enfermedad llamada doctor

Dr. Ignacio Espinosa

Médico Internista

Tels: 782 82 2 6352 y 782 888 0056

Todas las profesiones humanas tienen sinsabores y satisfacciones y excluyo de esto los bienes materiales obtenidos mediante el ejercicio profesional de cualquier servidor público, sea un campesino tumbando caña, un plomero destapando caños de un drenaje, un mecánico reparando autos de lujo, hasta alguien que ejerce la política, la más excelsa, por amplia y compleja, de las actividades humanas. 

El quehacer médico no escapa a lo expuesto previamente, nuestras decisiones y acciones le incumben directamente al ser humano que sufre y vive una enfermedad que puede ser trivial como un simple resfriado de temporada o una enfermedad degenerativa grave como una insuficiencia cardiaca por isquemia senil o un cáncer en fase terminal.

En muchas ocasiones los médicos solo ponderamos y exaltamos nuestros éxitos y callamos nuestras pifias y hasta las negamos. No obstante, en lo personal reflexiono, cuando un paciente al que atendimos por tal o cual problema médico y no regresa a la siguiente consulta, no hay más que dos posibles explicaciones: o le fue muy bien o le fue “de la tiznada”. ¡No hay más! El dilema es ignorar o desconocer el resultado porque el paciente no nos informó o porque nosotros no investigamos el resultado. Bueno es saber si nos equivocamos porque los errores nos deben enseñar más que nuestros éxitos. O, dicho de otra forma: debemos estar dispuestos a aprender más de nuestros errores, que de nuestros éxitos.

¡Cuán difícil es ser analíticos, reflexivos y autocríticos!

Corría el año 2014, un longevo sujeto de 82 años de edad sumamente alarmado se presentó a consulta buscando otra opinión de su caso clínico: con un antígeno prostático de 43 nanogramos (normal hasta 4) sostenidamente elevado en varias determinaciones, estudio que solicitaron por su edad ya que no tenía síntomas urinarios que sugirieran crecimiento de próstata. Le propusieron biopsia de próstata trans-rectal, menos agresiva y lesiva que la transuretral. Se confirmó cáncer moderadamente invasor y sin metástasis ni a huesos o pulmones.

El dilema que me planteó es si aceptaba o no la cirugía radical que le proponían.

Mi orientación estribó en que si no tenía síntomas clínicos urinarios y su calidad de vida física era magnífica, no consideraba necesaria la cirugía puesto que existen diversas formas de tratamiento quirúrgico mínimamente invasivo como la orquiectomía bilateral (extirpación de ambos testículos) o tratamiento médico anti-hormonal con mínimos efectos colaterales y con buena efectividad para controlar e impedir el avance del cáncer, con buena calidad de vida. Le aclaré que no se trataba de quimioterapia, sumamente agresiva con pésima calidad de vida. Le pronostiqué con base a observaciones personales que con el tratamiento médico y a pesar de su edad seguramente NO moriría por el cáncer, sino por otras enfermedades propias de la avanzada edad de sus 82 años.

Le expliqué los riesgos y beneficios de la cirugía que le proponían y que si la aceptaba corría mucho más riesgo que si no la aceptaba, tanto porque la cirugía NO MEJORARÍA NADA puesto que NO tenía molestias, y en cambio a sus 82 años corría riesgo de la anestesia general y de la propia cirugía que podría quedar con secuelas urinarias de la operación y hasta riesgo de muerte por hemorragias, infección. Comprendió que la cirugía podría ser necesaria si presentaba complicaciones obstructivas urinarias, que se “tapiara para orinar” (retención de orina) propia del crecimiento de próstata, el cual por ultrasonido era grado II de IV, pero con orina residual de 20%, que era normal para su edad, con o sin cáncer.

A pesar de su analfabetismo académico comprendió, asimiló y aceptó mi proposición: NO a la cirugía; SÍ al tratamiento médico no agresivo. Esto es el llamado CONSENTIMIENTO INFORMADO.

Desde el 2014 hasta poco antes de iniciada la mal llamada pandemia de COVID, con tratamiento médico anti-hormonal supervisado (que en la siguiente entrega comentaré) se mantuvo asintomático con niveles aceptables del antígeno prostático que durante la evolución para el paciente se había convertido en una verdadera obsesión, pues aun estando en cifras normales manifestaba pavor apenas se alteraba en forma insignificante.

_No se preocupe por el antígeno prostático, lo importante y esencial es que usted en los 6 años que ha cumplido su tratamiento no ha presentado síntomas urinarios de obstrucción al flujo de orina que alteren su calidad de vida física que es magnífica. Esto significa que el cáncer no ha avanzado, lo tiene controlado, no ha crecido su próstata y no tiene trastornos urinarios.

Le repetía con insistencia. Pero, esta saludable evolución física no era suficiente para eliminar la preocupación exagerada relacionada con el antígeno prostático. NO obstante, parece lógico pensar que esa preocupación por el antígeno prostático facilitó el cumplimiento del tratamiento, preocupación menos nociva que los posibles riesgos de la cirugía que le plantearon seis años antes.

Le perdí la pista durante los dos años del COVID, sin saber nada de él. Decidí llamarle directamente por teléfono, a sabiendas de que una de dos: o ha ido muy bien o le ha ido de la tiznada. Marqué con esa previsión:

_Hola Doc. Kiskesabe. _No le he llamado porque he estado muy bien, con el certificado que me dio usted donde explica mi estado clínico, en el hospital donde ahora soy derechohabiente me están dado el mismo tratamiento de usted, y a pesar de que usted me rebajaba la consulta y a veces no me alcanzaba para pagarle, porque recuerda que era bien caro el medicamento y que a veces usted me daba muestras de laboratorio. Pero estoy bien. Un día de estos paso a saludarlo.

Tiene ya 90 años, ocho con cáncer de evolución clínica benigna.

Creo que no deberíamos utilizar la palabra cáncer de próstata, sino solo crecimiento de la próstata propio de la edad. Pero cambiar esta actitud no es negocio. El cáncer de próstata es de los más benignos, no hay por qué temer exageradamente. Aunque usted no lo crea.

Correo: dockiskesabe@msn.com

Página: www.kiskesabe.com

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