Los pocos indígenas lacandones que restan en el sur de México libran una batalla para proteger su hogar ancestral: la última zona de selva en Norteamérica.
Actualmente sólo existen cerca de 1.500 lacandones, desperdigados en unos cuantos asentamientos a lo largo de los 3.312 kilómetros cuadrados (1.280 millas cuadradas) de la reserva Montes Azules del estado de Chiapas, en la frontera con Guatemala.
Conocidos por vestir sus tradicionales túnicas blancas de algodón y traer el cabello largo, los lacandones practican una agricultura sostenible de bajo impacto ambiental, despejan pequeñas parcelas y plantan una combinación compacta de cultivos. Después rotan el cultivo a otra parcela a la que se ha dejado recuperarse durante varios años. No poseen ganado.
En agosto, los habitantes de la reserva sostuvieron elecciones para funcionarios que terminarán de determinar las delimitaciones territoriales de cada grupo en la reserva, y los lacandones aseguran que fueron dejados fuera por sus nuevos y más numerosos vecinos.
Nosotros somos los legítimos lacandones, que sabemos conservar la selva lacandona”, sostuvo Chankin Chambor, un líder de la comunidad. “Somos los dueños de la selva lacandona, la conservamos”.
“Los choles, tzeltales, son devastadores de la selva lacandona. No respetan territorios lacandones. Hacen prácticas de ganadería, siembran puros pastizales para el ganado. Y queman intencionalmente la selva lacandona. Hacen tala ilegal”, agregó.
Hay argumentos de ambos lados.
Un funcionario federal familiarizado con la situación y que no tiene autorización para ser identificado por nombre dijo que el problema involucra parcialmente tanto intereses económicos como pagos de compensación.
Les compartimos un video del trabajo que desempeñamos en en la Selva Lacandona.
Agradecemos a todos los que han colaborado en esta gran labor.#SelvaLacandona #MontesAzuleshttps://t.co/TbIk4k23WC
— Natura Mexicana (@NaturaMexicana) October 7, 2019
El gobierno invierte millones de dólares para pagar a los habitantes de la selva por su tierra bajo un plan federal para regularizar a las comunidades que no pueden ser retiradas de la reserva, y para desplazar a quienes están dispuestos a mudarse.
Hasta ahora, la mayoría de ese dinero ha sido entregado a los lacandones como compensación por asentamientos en su territorio en las últimas décadas, pero ahora, los choles y tzeltales _que suman decenas de miles_ están cansados de los privilegios de los que gozan los relativamente pocos lacandones.
Último reducto de selva alta perennifolia en México. Colonización sin planeación, políticas públicas inapropiadas y un acelerado crecimiento demográfico han destruido gran parte. OSC promueven aprovechamiento sustentable, pero la destrucción continúa. https://t.co/T27nJgxYzq pic.twitter.com/OG30ncSsM5
— CeIBA AC (@CeibaOficial) October 8, 2019
No obstante, hay una amenaza real de expansión de asentamientos de choles y tzeltales, grupos indígenas que solían vivir más al oeste en las regiones montañosas de Chiapas, pero que se mudaron hacia la selva en busca de tierras. Algunas organizaciones agrícolas radicales, entre ellas los rebeldes zapatistas, se han unido a ellos en contra de los lacandones, quienes eran vistos como un grupo favorecido por el gobierno.
Ninguna de las organizaciones a las que los lacandones acusan de estar detrás de los asentamientos respondió a las peticiones de comentarios, pero el funcionario federal asegura que la amenaza fue real. “Sí quieren expandirse y controlar a los lacandones, y permitir nuevas invasiones de organizaciones con las que tienen relación”, subrayó.
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