El sufrimiento de Jesús en su camino a la cruz, debido a la crueldad con que fue azotado y humillado por los soldados romanos, refleja actualmente la amarga experiencia de los detenidos en prisión, “con todas sus contradicciones humanas, rodeados, cercados y empujados para derribarlos”; lamentó en viernes santo la Iglesia Católica.
Durante la representación del Vía Crucis, en la séptima estación, mientras Rafael, el joven que este año personificó a Jesús, caía por segunda ocasión, el laico que leía los pasajes bíblicos sobre la pasión de Cristo, subrayó: “A la cárcel se le mantiene aún hoy demasiado lejana, olvidada, rechazada por la sociedad civil”.
Y agregó: “Hay absurdo de la burocracia, lentitud de la justicia; el hacinamiento es una doble pena, un dolor agravado, una opresión injusta que adelgaza la carne y los huesos, algunos, demasiados, no sobreviven, y aun cuando un hermano nuestro sale, lo seguimos considerando ex recluso, cerrándole así, la puerta de rescate social y laboral.
“Pero más grave es la tortura, por desgracia muy practicada en varias partes de la tierra y de muchos modos, como lo fue para Jesús, también él golpeado, humillado por la soldadesca, torturado con la corona de espinas y azotado con crueldad”, abundó.
Ante la presencia de cientos de fieles católicos que participaban en la santa procesión, iniciada alrededor de las 09:30 horas, sostuvo: “Ante esta caída, cómo nos percatamos de la verdad de aquellas palabras de Jesús: “Estuve en la cárcel y no me visitaste”.
En este sentido, anotó: “En toda cárcel, junto a todo torturado, siempre está él, el Cristo que sufre, encarcelado y torturado. Aunque probado duramente, él es nuestra ayuda, para no ser entregados al miedo. Solos, juntos nos levantamos apoyados por agentes apropiados, apoyados en las manos fraternas de los voluntarios y rescatados de una sociedad civil que hace suyas las muchas injusticias cometidas dentro de los muros de una prisión”.
La procesión tuvo una duración de aproximadamente tres horas, desde su inicio a la altura de la colonia Pozo 50 hasta la céntrica zona de El Triángulo donde se escenificó la Crucifixión, bajo un sol que caía a plomo, pero que, sin embargo, no menguó la fe de los participantes en el camino a la cruz.